Durante décadas, las voces externas han narrado la historia económica de África a través de una estrecha lente de desafíos: crecimiento desigual, déficit energético, inseguridad alimentaria, pobreza extrema, deuda creciente y reformas estancadas. Si bien estos obstáculos son innegables, eclipsan una narrativa más convincente de resiliencia, innovación y esperanza cautelosa.
En 2024, la importancia económica y política de África creció significativamente, sentando una base sólida para que 2025 sea un año transformador para el continente. Con un crecimiento económico general que alcanzó aproximadamente el 3,2%, África se ubicó entre las regiones de más rápido crecimiento a nivel mundial. El continente ha estado abordando problemas críticos como el cambio climático, las interrupciones de la cadena de suministro y las transiciones energéticas adoptando soluciones localizadas e innovadoras. Al mismo tiempo, África está reconfigurando proactivamente su identidad económica, posicionándose como un actor clave en los esfuerzos mundiales en materia de comercio, finanzas y sostenibilidad.
El enorme potencial de África en materia de energía renovable, que incluye recursos solares y eólicos, riqueza mineral como el litio y el cobalto, y mercados sin explotar en agricultura y tecnología, la hacen indispensable para los esfuerzos mundiales en pro de la resiliencia climática y el crecimiento económico. La ventaja demográfica de África también es incomparable. En 2050, el continente albergará a la mayor población en edad de trabajar del mundo, lo que infundirá una sensación de optimismo sobre el futuro de África.
Interés del sector privado
El creciente atractivo económico de África se evidencia en el creciente interés del sector privado en el continente. Las corporaciones multinacionales, las instituciones financieras y las empresas de capital de riesgo reconocen las enormes oportunidades que ofrecen la riqueza de recursos de África, los mercados en expansión y la demanda de los consumidores. Se espera que este impulso del sector privado se acelere en 2025.
Los sectores clave, como las energías renovables, la tecnología y los servicios financieros, atraen un gran interés de los inversores. Empresas como TotalEnergies y Enel Green Power están ampliando la escala de sus proyectos de energías renovables, mientras que gigantes financieros globales como JP Morgan Chase y Mastercard están estableciendo una presencia más sustancial. El ecosistema fintech de África, valorado en más de 3.000 millones de dólares, se ha convertido en un centro de innovación, con empresas emergentes que consiguen financiación de inversores continentales e internacionales. Estas tendencias reflejan una creciente confianza en la capacidad de África para generar rentabilidad de la inversión.
Cómo liberar el potencial de crecimiento en medio de los desafíos
Para desarrollar su potencial en 2025, África debe abordar limitaciones estructurales arraigadas, entre ellas marcos regulatorios fragmentados, un sector financiero subdesarrollado, una infraestructura inadecuada y la carga de niveles de deuda insostenibles.
La puesta en marcha de la Zona de Libre Comercio Continental Africana está llamada a ser un punto de inflexión. Al establecer la mayor zona de libre comercio del mundo entre los países miembros, la AfCFTA promete un mercado unificado de bienes y servicios, que desbloqueará la integración regional y allanará el camino para la armonización financiera. El Sistema Panafricano de Pagos y Liquidaciones, un elemento facilitador fundamental de la AfCFTA, está madurando rápidamente. Ya está facilitando las transacciones transfronterizas en monedas locales, reduciendo la dependencia de las reservas de divisas y bajando los costos de transacción. Esta innovación tiene un impacto particular en los sectores en crecimiento de la tecnología financiera y las finanzas sostenibles, donde la eficiencia de costos y la accesibilidad son primordiales.
Los mercados de capital de África también están experimentando avances notables. Egipto y Nigeria han emitido con éxito bonos verdes, atrayendo miles de millones de dólares en inversiones de inversores globales que priorizan la sostenibilidad. Estos esfuerzos indican la creciente capacidad del continente para alinearse con las tendencias internacionales en materia de finanzas sostenibles. Mientras tanto, las iniciativas para integrar las bolsas de valores en Kenia, Nigeria y Sudáfrica están mejorando la liquidez del mercado, reduciendo las barreras a la inversión y fomentando la cooperación regional.
Los bancos también desempeñan un papel decisivo a la hora de impulsar el crecimiento y la resiliencia. Instituciones como Access Bank Group y Standard Bank están ampliando sus operaciones en todo el continente y proporcionando créditos muy necesarios a las pequeñas y medianas empresas. Dado que las PYME representan hasta el 90% de las empresas y contribuyen significativamente al empleo africano, este apoyo es crucial para la creación de empleo y la diversificación económica. Estos avances reflejan la creciente capacidad de África para afrontar los desafíos y construir un ecosistema financiero sólido.
La transformación digital de África
Los ecosistemas colaborativos serán cruciales en 2025, y la digitalización de los sistemas financieros es fundamental para fomentarlos. Plataformas como Flutterwave, M-Pesa y Chipper Cash están impulsando la revolución de la tecnología financiera. Estas plataformas facilitan los pagos sin inconvenientes, amplían el acceso al crédito y permiten la inclusión financiera, especialmente en las zonas rurales desatendidas.
Las asociaciones público-privadas colaborativas también están abordando las deficiencias en materia de infraestructura y conectividad. Por ejemplo, los programas respaldados por Estados Unidos tienen como objetivo conectar a millones de agricultores y pymes a la economía digital, lo que pone de relieve la importancia de las soluciones integradas en lugar de los enfoques aislados.
Liderazgo del G20 y alianzas globales
En 2024, África consolidará su posición a la vanguardia de los esfuerzos climáticos globales, convirtiéndose en una voz fundamental en la definición de la agenda de sostenibilidad. La presidencia de Sudáfrica del G20 en 2025 ofrece ahora una oportunidad para ampliar la influencia de África en el escenario internacional. Entre sus prioridades clave está la creación de una Comisión Mundial del Costo de Vida para abordar el aumento vertiginoso de los precios de los alimentos y la energía, problemas que afectan desproporcionadamente a las economías vulnerables. Esta iniciativa podría proporcionar un salvavidas muy necesario a las naciones que luchan contra choques externos, como la inflación, las interrupciones de la cadena de suministro y las consecuencias económicas del cambio climático. La presidencia también subraya el llamado de África a una gobernanza financiera más equitativa en instituciones como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial para aumentar los derechos de voto y la representación de los países africanos.
Las alianzas con los países desarrollados están evolucionando desde una dependencia de la ayuda hacia colaboraciones impulsadas por la inversión. La reposición de fondos multilaterales como la Asociación Internacional de Fomento y el Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza ofrece un apoyo fundamental para la trayectoria de desarrollo de África. Estos mecanismos están destinados a financiar proyectos de infraestructura vitales, impulsar iniciativas de resiliencia climática y apuntalar programas de desarrollo social, asegurando que el continente esté mejor equipado para enfrentar los desafíos persistentes y aprovechar las oportunidades emergentes.
Iniciativas estratégicas como el Plan Mattei de Italia –que aboga por asociaciones equitativas y sostenibles entre Europa y África– ponen de relieve el creciente reconocimiento de la importancia global de África. Este plan hace hincapié en las inversiones en energía, sostenibilidad y desarrollo en lugar de la extracción de recursos, lo que indica un cambio hacia el beneficio mutuo y la cooperación a largo plazo.
Además, los compromisos de socios clave, entre ellos la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de China, los programas de transferencia de tecnología de Corea del Sur y la estrategia Global Gateway de la Unión Europea, ponen de relieve la creciente importancia geopolítica y económica de África. Las naciones BRICS también han demostrado su apoyo al crecimiento de África mediante acuerdos comerciales mejorados, programas de creación de capacidad y el establecimiento del Nuevo Banco de Desarrollo, que se centra cada vez más en la financiación de las prioridades de desarrollo africanas.
Con un liderazgo estratégico y asociaciones bien alineadas, el papel de África en los marcos económicos y de gobernanza mundiales está preparado para avanzar significativamente en 2025. Esta es una oportunidad para que el continente aborde sus desafíos inmediatos y un momento para dar forma a un orden global más equitativo y sostenible.
Puntos de acción para el liderazgo financiero de África
Para consolidar su posición en las finanzas mundiales, África debe priorizar estrategias viables en tres ámbitos clave: fortalecer su sector financiero, fomentar alianzas a nivel continental e impulsar reformas sistémicas a nivel regional y mundial. Estas iniciativas generarán resiliencia y posicionarán a África como un agente proactivo en la configuración de su futuro económico.
En primer lugar, es fundamental mejorar la eficiencia y la inclusión del sector financiero de África. El aumento de la competencia beneficia a la industria financiera del continente, que alienta a diversos proveedores de servicios, como las empresas emergentes de tecnología financiera y las instituciones financieras no bancarias, a desafiar los modelos bancarios tradicionales. La ampliación del acceso a los servicios financieros digitales (como la banca móvil, los monederos electrónicos y las plataformas de pago digitales) puede empoderar a las poblaciones desatendidas, especialmente en las zonas rurales, y estimular al mismo tiempo la actividad económica de base. Cabe destacar que los servicios de dinero móvil como M-Pesa ya han demostrado su potencial transformador. Complementar estos esfuerzos con campañas de educación financiera y marcos de protección del consumidor generará confianza, protegerá a los usuarios y reforzará la resiliencia del sistema frente a las crisis.
En segundo lugar, las alianzas deben transformarse en colaboraciones estratégicas orientadas a la obtención de resultados. Las alianzas público-privadas deben centrarse en cerrar las brechas críticas en materia de infraestructura y conectividad digital, haciendo hincapié en la integración de las zonas rurales y desatendidas en la economía en general. Por ejemplo, iniciativas como la Estrategia de Transformación Digital 2030 de la Unión Africana pueden ser modelos para aprovechar la conectividad y así impulsar el crecimiento económico. Al mismo tiempo, los mecanismos intracontinentales como la AfCFTA y el PAPSS deben ponerse en pleno funcionamiento para armonizar los mercados, reducir las barreras comerciales y facilitar el comercio transfronterizo sin inconvenientes. Las alianzas con actores globales pueden catalizar aún más la financiación de proyectos de infraestructura transformadores, iniciativas de energía renovable y programas de inclusión digital.
Por último, las reformas sistémicas son esenciales para abordar los desafíos estructurales del continente. La coordinación regional en cuestiones clave, como la sostenibilidad de la deuda y la gobernanza financiera, es crucial. Muchas naciones africanas se enfrentan a niveles de deuda insostenibles, lo que requiere mecanismos innovadores de reestructuración de la deuda y políticas fiscales y monetarias sólidas para aliviar la tensión financiera. En el escenario mundial, África debe intensificar su presión para lograr una representación equitativa en las instituciones financieras internacionales como el FMI y el Banco Mundial. Garantizar mayores derechos de voto e influir en las decisiones políticas globales garantizará que las prioridades específicas de África, como la financiación climática y la financiación del desarrollo, se aborden adecuadamente.
Si nos unimos en torno a estas prioridades, África puede convertirse en una piedra angular de las estrategias económicas y climáticas internacionales. Una acción audaz y coordinada convertirá las aspiraciones en logros tangibles y convertirá a 2025 en un año de transformación y liderazgo. La narrativa está cambiando y ha llegado el momento de que África tome la iniciativa.
Fuente: Udaibir Das