Nota importante:

[ Datos breves ]

[ Detalles de la noticia ]

[Enfoque de hoy]

La energía nuclear ofrece varias ventajas innegables sobre las energías renovables, en particular en lo que respecta a la escala y la fiabilidad de la generación de electricidad. Esta resiliencia hace innecesaria la generación de energía de reserva incluso cuando no brilla el sol o no sopla el viento. Sin embargo, la energía nuclear de cero emisiones recibe poca atención en el debate en curso sobre la transición energética.

La Unión Europea, la región que persigue con más ahínco objetivos climáticos ambiciosos, reconoció con vacilación la energía nuclear en su “ taxonomía de inversión sostenible ” de 2022. Esta designación está destinada a proyectos que contribuirán a la transición desde los combustibles fósiles y garantizarán que Europa alcance la neutralidad climática en 2050. La taxonomía clasifica la energía nuclear junto con el gas natural (un hidrocarburo) y describe a ambas como “actividades de transición” destinadas a facilitar el abandono de fuentes de energía más dañinas como el carbón y el avance hacia un futuro predominantemente renovable, aunque con “condiciones estrictas” de aplicación. Es poco probable que un reconocimiento tan limitado estimule una inversión significativa en energía nuclear.

A pesar de que la energía nuclear apareció hace casi 70 años –cuando empezó a funcionar la primera planta nuclear en Obninsk, Rusia–, actualmente representa la proporción más baja (apenas un 4%) de la matriz energética primaria mundial y representa sólo el 9% de la generación de electricidad. Incluso en su apogeo en 2001, la energía nuclear representaba menos del 7% del marco energético mundial. En cambio, la proporción de energías renovables modernas aumentó del 1% al 8% entre 2001 y 2023.

La generación de energía nuclear, que alcanzó su punto máximo en 1995, con casi el 17,5 por ciento del total mundial del sector energético, ha seguido una tendencia descendente similar a la del petróleo . Por el contrario, el gas natural y las energías renovables, como la eólica y la solar, han experimentado avances sustanciales, pasando del 15 y el 20 por ciento, respectivamente, en 1995, al 23 y el 31 por ciento, respectivamente, en 2023.

Si bien se está produciendo un cambio en las fuentes de energía, parece que el mundo está reemplazando principalmente un combustible fósil por otro y una fuente de energía verde por otra. Esto no es indicativo de una transición energética exitosa; por el contrario, el objetivo es reemplazar los combustibles fósiles con opciones energéticas verdaderamente sostenibles y libres de emisiones.

Tendencias nucleares

A escala regional, las tendencias difieren. Mientras algunos rincones del mundo han adoptado la energía nuclear, otros la han abandonado. Hasta 2016, Europa era el actor dominante en el mercado de la energía nuclear, generando el 36 por ciento de la energía nuclear mundial. Sin embargo, hoy Europa ocupa el tercer lugar, con una participación del 27 por ciento, seguida de América del Norte con el 34 por ciento y la región de Asia y el Pacífico con el 29 por ciento. En África, América Latina y Oriente Medio, el uso de energía nuclear es mínimo, representando una participación agregada de solo el 2,5 por ciento.

Pero la energía nuclear ha experimentado recientemente un resurgimiento del apoyo. A finales de 2023, por primera vez en una Conferencia de las Partes (COP, el órgano decisorio de más alto nivel de los signatarios de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 1992), unos 25 países, incluidos varios estados europeos, respaldaron la Declaración de triplicar la capacidad de energía nuclear para 2050.

Al mismo tiempo, el consenso general de la reunión, conocida como Balance Global , exigió un despliegue acelerado de la energía nuclear, lo que llevó al Organismo Internacional de Energía Atómica a describir estos acontecimientos como “nada menos que un hito histórico y un reflejo de cuánto han cambiado las perspectivas”. Sin embargo, este renovado interés en la energía nuclear sigue eclipsado por el amplio apoyo financiero del que gozan constantemente las energías renovables, que se consideran la alternativa más segura y más accesible.

El debate en torno a la energía nuclear continuará, aunque persistirán las disparidades regionales. Los países que se dedican a la generación de electricidad nuclear avanzarán a ritmos marcadamente diferentes, y varios proyectos se estancarán en la fase de planificación. En general, a medida que se desarrolle la transición energética, es probable que la energía nuclear siga rezagada a pesar de su fiabilidad y su potencial “verde”.

Asia avanza a toda velocidad

En la actualidad, la región de Asia y el Pacífico está a la cabeza en materia de desarrollo de energía nuclear, ya que representa el 64% de todos los reactores nucleares en construcción en todo el mundo. China está a la vanguardia de esta expansión, aunque la energía nuclear actualmente contribuye con menos del 5% de su matriz de generación eléctrica total. Beijing aspira a aumentar esta cifra al 10% en 2035 y al 18% en 2060, lo que, de lograrse, elevaría significativamente el uso mundial de energía nuclear.

En términos de cifras, China generó alrededor de 435 teravatios hora (TWh) de electricidad a partir de energía nuclear en 2023, superada solo por Estados Unidos, donde la energía nuclear representa 817 TWh o el 18 por ciento de la matriz energética nacional. Francia, el mayor productor de energía nuclear de Europa y el mayor exportador neto de electricidad del mundo, genera alrededor de 338 TWh cada año a través de energía nuclear, más del 65 por ciento de la matriz eléctrica del país, más que cualquier otra nación.

En la actualidad, China cuenta con más reactores nucleares en construcción que cualquier otro país y está en camino de convertirse en el principal productor de energía nuclear en 2030. Si bien Estados Unidos mantiene la mayor flota nuclear, con 94 reactores, el país tardó casi 40 años en sumar la misma cantidad de capacidad de energía nuclear que China logró en apenas una década.

Corea del Sur, el segundo mayor consumidor de energía nuclear de Asia y el Pacífico, produce 180 TWh al año (el 29 por ciento de su combinación energética) y, desde que Yoon Suk Yeol asumió la presidencia en 2022, el país apunta ahora a una participación nuclear mínima del 30 por ciento para 2030. Se trata de un cambio radical respecto de la decisión de Moon Jae-in, el expresidente elegido en 2017 en una campaña para eliminar gradualmente la energía nuclear.

India también se está posicionando como un actor importante en materia de energía nuclear en la región, apuntando a aumentar su capacidad de energía nuclear en un 70 por ciento para 2029, frente a su participación actual del 2 por ciento o 48 TWh.

Mayor interés en la energía nuclear

Aparte de Asia y el Pacífico, se están fijando ambiciosos objetivos en materia de energía nuclear principalmente en Europa. El Reino Unido, por ejemplo, anunció en enero de 2024 su mayor expansión nuclear desde su puesta en marcha inicial, con planes de cuadriplicar la generación nuclear para 2050. En julio, la República Checa seleccionó a Corea del Sur para instalar al menos dos nuevas unidades de energía nuclear en el país, con una opción para instalar cuatro unidades adicionales. Esto reforzará la flota nuclear existente del país, compuesta por seis reactores que hoy generan alrededor de un tercio de la electricidad checa. Polonia pretende comenzar la construcción de su primera planta de energía nuclear en 2026.

Francia pretende construir al menos seis nuevos reactores, en parte para sustituir algunas de sus plantas antiguas. En un cambio notable, en 2023 el gobierno francés rescindió su objetivo de 2014 de reducir la proporción de energía nuclear al 50 por ciento para 2025. Este tipo de cambios de rumbo son poco habituales en el caso de las energías renovables.

En Medio Oriente, países como Egipto y Arabia Saudita buscan unirse a los Emiratos Árabes Unidos e Irán como productores de energía nuclear, principalmente para liberar más hidrocarburos para las exportaciones y al mismo tiempo abordar la creciente demanda interna de energía.

Por el contrario, en América del Norte no se están construyendo nuevos reactores en la actualidad. El gobierno estadounidense se está centrando en ampliar la vida operativa de los reactores existentes, que suelen recibir una licencia de 40 años que puede prorrogarse por dos períodos adicionales de 20 años, con lo que su vida útil total es de 80 años.

La Agencia Internacional de Energía (AIE) afirma que la prolongación de la vida útil de las centrales nucleares existentes es altamente competitiva y sigue siendo la opción más barata para la generación de bajas emisiones de carbono en comparación con la construcción de centrales eléctricas totalmente nuevas, ya sean nucleares o convencionales. La agencia sostiene que ampliar el uso de las centrales nucleares es una estrategia indispensable y rentable en el camino hacia el cero neto en 2050.

Aumento de los costes de construcción

Las centrales nucleares, una vez operativas, son capaces de proporcionar un suministro de electricidad competitivo, predecible y estable a gran escala sin emisiones. Sin embargo, requieren una inversión inicial de capital sustancial y tienen largos plazos de construcción, con una duración media cercana a los ocho años , en comparación con los dos y cuatro años de las centrales eléctricas a gas y carbón, respectivamente.

La Asociación Nuclear Mundial ha señalado los riesgos económicos que se derivan de la competencia con las energías renovables intermitentes subvencionadas. Señala que el apoyo gubernamental a las energías renovables es un problema importante en la actualidad, ya que la variabilidad y la naturaleza intermitente de la generación de energía a partir de energías renovables obliga a otras fuentes de generación más estables, como la nuclear, el gas natural o el carbón, a ajustar su producción en poco tiempo, lo que afecta la rentabilidad.

Además, los proyectos nucleares suelen enfrentar sobrecostos y demoras en la construcción. Hinkley Point C, la primera planta nuclear del Reino Unido en dos décadas, está en construcción desde 2016. Su fecha de finalización se ha pospuesto varias veces, y la estimación actual ahora está fijada para 2029, lo que lleva a costos crecientes que exceden con creces los de las proyecciones iniciales que estimaban la finalización "mucho antes de 2020".

El conocimiento altamente especializado que se requiere para la operación segura de las plantas nucleares, el desmantelamiento y la eliminación de desechos contribuye a una regulación rigurosa. De hecho, la industria es el sector energético más regulado, lo que a su vez puede causar demoras en la construcción y aumentos de costos, lo que limita una expansión rápida.

A pesar de los estrictos estándares de seguridad y supervisión, las sombras de desastres pasados –entre los que se destacan Three Mile Island en Estados Unidos en 1979, Chernobyl en la ex Unión Soviética en 1986 y Fukushima en Japón en 2011– siguen presentes y moldean significativamente la percepción pública de la energía nuclear.

Estos desastres han tenido efectos duraderos: después de Chernóbil, en un referéndum celebrado en 1987, los italianos votaron abrumadoramente en contra de un mayor desarrollo nuclear y el país abandonó el uso de energía nuclear de producción nacional. De manera similar, el 30 de junio de 2011, tres meses después del desastre de Fukushima, el parlamento alemán votó a favor de eliminar por completo la energía nuclear , objetivo que se alcanzó plenamente en abril de 2023. Como resultado, el uso de combustibles fósiles en Alemania ha aumentado.

En diciembre de 2023, España siguió su ejemplo y anunció planes para eliminar por completo su energía nuclear a mediados de 2030, comenzando gradualmente en 2027, ya que aspira a un sistema eléctrico 100 por ciento renovable para 2050. España, junto con Austria, los Países Bajos y Dinamarca, se opuso firmemente a la inclusión de la energía nuclear por parte de la UE en su taxonomía de inversión sostenible.

Política de energía nuclear

La AIE sostiene que las economías avanzadas –donde las inversiones nucleares se han estancado y tanto los presupuestos como los plazos de los últimos proyectos se han disparado con frecuencia– han perdido impulso y liderazgo en el mercado. Entre 2017 y 2022, solo cuatro de los 31 nuevos reactores que se estaban construyendo no eran de diseño ruso o chino.

En la vanguardia del mercado nuclear se encuentra Rusia, el mayor exportador mundial de reactores nucleares y uno de los principales proveedores de uranio enriquecido. Su abanderada es Rosatom, la Corporación Estatal de Energía Atómica, que mantiene una posición dominante a nivel mundial con una cartera de pedidos de construcción de reactores que comprende 39 unidades de energía en 10 países. Rosatom también es única en poseer todo el espectro de tecnologías asociadas con el ciclo del combustible nuclear, desde la extracción de uranio hasta el desmantelamiento de instalaciones nucleares.

En agosto de 2024, China aprobó un número récord (11) de permisos para nuevos reactores nucleares.

Entre 2013 y 2023, la energía nuclear fue uno de los segmentos energéticos de crecimiento más lento, con una tasa de crecimiento de apenas el 0,5% anual durante este período.

Desde 2012, la región de Asia y el Pacífico ha surgido como el mercado de energía nuclear con mayor crecimiento, con una tasa de crecimiento promedio del 8,5% entre 2013 y 2023.

En 2022, la región Asia-Pacífico superó a Europa en producción de energía nuclear.

Aunque la energía nuclear se utiliza en 32 países, el mercado sigue estando muy concentrado: Estados Unidos, China y Francia representan el 58% de la generación nuclear mundial, y los diez principales países, el 84%.

Dos tercios de la producción mundial de uranio proviene de Kazajstán, Canadá y Australia.

Sin embargo, las repercusiones económicas y políticas de la guerra en Ucrania plantean una amenaza considerable a la preeminencia de Rusia en este sector, con implicaciones más amplias para la expansión de la energía nuclear a nivel mundial. Si bien Rosatom en sí no está sujeta a sanciones occidentales, algunas de sus subsidiarias sí lo están. En mayo de 2024, la administración Biden prohibió la importación de uranio enriquecido ruso, aunque se pueden otorgar exenciones en circunstancias específicas. Rusia había sido la principal fuente extranjera de combustible para Estados Unidos, suministrando aproximadamente una cuarta parte del uranio utilizado en los reactores estadounidenses y ganando alrededor de mil millones de dólares al año solo por esas ventas.

En Turquía, la central nuclear de Akkuyu (la primera del país, construida en colaboración con Rusia y cuya finalización estaba prevista originalmente para 2028) ha anunciado retrasos. El director general de Rosatom, Alexey Likhachev, atribuyó los contratiempos a “los estadounidenses, que están yendo de una persona jurídica a otra, de un banco a otro”. De manera similar, en Egipto, la central nuclear de El Dabaa, de 30.000 millones de dólares, propiedad de Rosatom, ha tenido problemas logísticos, ya que su fecha de finalización inicial de 2022 ya pasó hace tiempo.

Fuente: SIG